
21 Mar Qué hacer con el miedo que sientes en la crisis del coronavirus
La crisis del coronavirus está transformando nuestras vidas a pasos agigantados y todos, en mayor o menor medida, estamos conectando con el miedo. Miedo a nuestra propia muerte o a la de algún ser querido, a quedarnos sin trabajo, sin dinero, a que nada vuelva a ser como era… y un largo etc.
Nos pasamos la vida intentando huir de la incertidumbre y de la vulnerabilidad, y por eso nos encerramos en una zona de confort donde creamos una vida bastante previsible y esperable, aunque suframos estando dentro. Eso nos da seguridad de «lo conocido».
Pues bien todo esto acaba de saltar por los aires. Hemos salido de nuestra zona de confort y parece que después de esto va a ser difícil recuperarla porque se avecinan cambios. Ya simplemente vivir lo que estamos viviendo nos obliga a cambiar, a adaptarnos a las nuevas circunstancias.
Está saliendo desde nuestras profundidades un miedo, que puede ir desde un claro pánico, a rabia, irritabilidad, tristeza, desasosiego, desamparo y una sensación de vacío enorme.
Estamos todos conectando con nuestro niño interno que está asustado y se siente muy perdido. El problema es que, como adultos, nos exigimos no sentir miedo, intentamos evadirnos porque nos asusta esta sensación. Y, ante el miedo, nos sentimos culpables, nos machacamos o empezamos a ver cosas que nos molestan de los demás, a exigirles a los demás cosas para que nos sintamos mejor.
Pero no hay nada de lo que haga el otro que pueda calmar tu malestar más profundo. Estás solo ante tu miedo y eres el único que puede ayudarte en este proceso.
Qué hacer ante el miedo
No sirve decir que todo va a salir bien, no sabemos qué va a pasar, evidentemente tampoco sirve empezar a imaginar desastres ya que nos llevará a angustiarnos más. Ante el miedo necesitamos:
- Verlo, darle su espacio y su presencia. Esto permitirá que no salga por desbordamiento, en forma de irritabilidad, de depresión, de búsquedas para evadirse como adicciones, conductas compulsivas o pasarse el día enganchado a una pantalla.
- No etiquetarte por tener miedo. Esto no nos convierte en débiles, cobardes, incapaces de afrontar.
- Cuando empiezas a ser consciente de las etiquetas, de repente el miedo se convierte en una emoción que no te define. Sales del ser bueno o malo por sentir miedo y puedes mirarte de verdad. Más allá de esa emoción puedes conectar con la compasión y el amor.
- Esa es la mayor verdad, cuando estás asustado necesitas sentirte querido y apoyado. Y lo que sueles hacer de forma inconsciente es decirte «no debería estar sintiendo esto». Empiezas a sentirte culpable y a machacarte.
- La culpabilidad te deja sin energía, sin fuerzas, y lleva a la mente a ver la realidad desde callejones sin salida y desde una sensación de apatía. No hay solución. No asumes la responsabilidad de tu vida porque te sientes incapaz, sin fuerzas. Y esperas que algo de fuera, una pareja, un trabajo o la sociedad, te salve.
- Necesitas desactivar ese mecanismo que anula tu poder personal, basado en la culpabilidad y en esconder el miedo en una cajita y pasarte todo el tiempo haciendo presión encima para que no salga. Eso desgasta muchísimo.
- Cuando lo ves, te das cuenta de que por sentir miedo no eres ni mejor ni peor, te haces cargo de él, te amas y apoyas cuando más lo necesitas, empiezas a conectar con tu fuerza, creatividad, los callejones sin salida empiezan a despejarse. Se activa el pensamiento creativo y, aunque ves los problemas, también empiezas a ver soluciones. Y para los cambios que va a haber vas a necesitar toda la creatividad del mundo, capacidad de ver oportunidades en lugar de problemas y una gran capacidad de adaptación y transformación interna.
El diálogo interior podría ser este: «sientes miedo, te veo, estoy contigo y te voy a acompañar en este proceso sin presiones ni exigencias». Eso irá transformando poco a poco el miedo en amor y en fuerzas para llevar toda esta situación de la mejor manera posible. Sacando a la luz aquellos recursos que ni siquiera sabías que tenías pero que, en situaciones de crisis y límite, si se les permite, suelen salir. Cada uno tiene su propia sabiduría para crecer y superarse en estas circunstancias. No pierdas la oportunidad de dejar salir tu mejor versión.